lunes, 14 de julio de 2008

La firma secreta de cada alma

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Creacion_Adan

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Ha habido momentos en que creo que no deseamos el cielo; pero con mayor frecuencia me encuentro pensando si acaso, en lo más profundo de nuestros corazones, hemos alguna vez deseado otra cosa.

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Usted podrá haber notado que los libros que ama verdaderamente están unidos por un hilo secreto. Usted sabe muy bien cuál es la cualidad común que hace que usted los ame, a pesar de que no puede ponerlo en palabras; pero la mayoría de sus amigos no lo ve en absoluto, y a menudo se preguntan cómo, gustándole éste, puede gustarle también ese otro. También, usted se ha parado frente a un paisaje, que parece encarnar aquello que ha estado buscando durante toda su vida, y entonces se ha vuelto hacia el amigo que está a su lado, quien pareciera estar viendo lo que usted vio; pero al decir las primeras palabras un abismo se abre entre ustedes, y se da cuenta de que este paisaje significa algo totalmente diferente para él, de que está buscando una visión distinta y que no le importa la inefable sugerencia que a usted le ha transportado.

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Incluso en sus pasatiempos favoritos, ¿no ha habido siempre una atracción secreta que los demás curiosamente ignoran, algo que está siempre al borde de revelarse a través de, pero que no debe ser identificado con, el aroma de la leña cortada en el taller o el golpeteo del agua contra el costado del bote? ¿No nacen todas las amistades perdurables en el momento en que finalmente usted encuentra otro ser humano que tiene cierta vaga noción (pero tenue e incierta incluso en el mejor de los casos) de ese algo que usted nació deseando, y que, bajo el flujo de otros deseos en todos los silencios momentáneos entre las más fuertes pasiones, noche y día, año tras año, desde la infancia hasta la vejez, usted está buscando, está esperando, a los cuales está atento?

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Usted jamás lo ha tenido. Todas las cosas que alguna vez han poseído su alma profundamente, han sido solamente insinuaciones —vistazos tentadores, promesas nunca completamente realizadas, ecos que murieron al llegar al oído. Pero si se llegara a manifestar realmente —si alguna vez llegara un eco que no muriese, sino que se hinchara del sonido mismo— usted lo sabría. Sin lugar a dudas diría, "aquí está el objeto para el cual fui hecho".

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No nos podemos contar uno a otro acerca de ello. Es la firma secreta de cada alma, el anhelo incomunicable e inapaciguable, el objeto que deseábamos antes de conocer a nuestras esposas, o hacernos de amigos, o elegir nuestro trabajo, y que aún desearemos en nuestro lecho de muerte, cuando la muerte ya no sepa de esposa, o amigo, o trabajo. Mientras existamos, esto es así. Si perdemos esto, perdemos todo. Esta firma en cada alma puede ser un producto de herencia y medio ambiente, pero eso solamente significa que la herencia y el medio ambiente se encuentran entre los instrumentos mediante los cuales Dios crea un alma. Me estoy refiriendo a cómo, no a por qué, Él hace a cada alma única. Si Él no tuviera ocasión de emplear todas estas diferencias, no veo por qué habría de haber creado más almas que una sola.

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Tenga por seguro que los pormenores de su individualidad no son misterios para Él, y un día ya no serán misterio para usted. El molde con el cual se hace una llave sería una cosa extraña, si usted jamás hubiera visto una llave; y la llave misma sería una cosa extraña, si usted jamás hubiera visto una cerradura. Su alma tiene una forma curiosa, porque es un hueco hecho para calzar con una determinada protuberancia de los contornos infinitos de la substancia divina, o una llave para abrir una de las puertas en la casa de muchas moradas. Porque no es la humanidad en abstracto la que ha de ser salvada, sino usted, usted, el lector individual, Juan Pérez o María González.

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Bienaventurada y afortunada creatura, sus ojos, y no los de otro, lo contemplarán a Él. Todo lo que usted es, aparte de los pecados, está destinado, si usted permite a Dios hacer el bien que quiere, a una completa satisfacción [...] Dios le parecerá a cada alma como su primer amor, porque Él es su primer amor. Su lugar en el cielo parecerá estar hecho para usted, y sólo para usted, porque usted fue hecho para Él.

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(Fragmento de: C. S. Lewis, “El problema del dolor”)

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2 Comentarios:

ErmitañoUrbano ha dicho

Muy buenos los textos. Hablan más al fondo del alma que a lo pasajero. Dios los bendiga.

Jerónimo ha dicho

Gracias, amigo. Dios lo bendiga a Ud. también.